Se acercan las vacaciones (y la época de los campamentos de verano) y tenemos que planear qué vamos a hacer, a dónde iremos, y sobre todo qué es lo mejor para nuestros hijos, ya que sus vacaciones son mucho más largas que las nuestras, y muchas veces nos preguntamos: ¿cómo pueden aprovecharlas para su desarrollo sin que se sientan forzados? En realidad todos los estímulos que llegan a los jóvenes influyen en su educación, el cine, los amigos, los escaparates de las tiendas, internet, la familia… y por supuesto las actividades de verano. Lo ideal es que los chavales tengan un entorno diferente al habitual que enriquezca su mundo, con estímulos nuevos, supervisados y dirigidos a fomentar valores y habilidades que van a necesitar en el futuro y también en el presente. Por eso una buena opción para las vacaciones de verano de los escolares son las convivencias de verano, los vivaques en la naturaleza, sean en inglés, en Inglaterra, de medioambiente o de fútbol. Eso no es tan importante, porque todos tienen en común un trabajo: el desarrollo de la inteligencia emocional de los más jóvenes.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Podríamos resumirlo diciendo que es la capacidad que tenemos las personas de conducir, comprender, elegir y transformar nuestras emociones para llevar una vida lo más feliz posible en un nivel intrapersonal. Pero también se aplica en las relaciones con los demás, es la parte interpersonal, saber ver los estados emocionales del otro y no dejar que vayan por caminos turbulentos que conducen a generar malestar en el entorno con actitudes erróneas y distorsión de la realidad. Estas habilidades están muy valoradas en nuestra sociedad y su desarrollo afecta a la calidad y éxito en nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo social.
¿Por qué campamentos de verano?
La respuesta es obvia, siempre que se elijan buenos campamentos, con programas variados y un enfoque pedagógico que lo abale, en entornos naturales con instalaciones adecuadas, con monitores bien formados y experiencia en el trato con adolescentes y niños. En los campamentos los chicos salen de casa, dejan sus barrios, muchas veces los amigos, el ordenador, etc. Y se ven inmersos en otro mundo lleno de actividades y retos nuevos, con infinitas posibilidades de experimentar grandes emociones, de compartirlas, de ver el feedback de los compañeros, de reflexionar sobre ello, de hacerse más sabio en lo emocional, y madurar como persona hacia actitudes positivas no reactivas sino proactivas. Este tipo de convivencias son un maravilloso campo de experiencias para los jóvenes, por eso suelen hacer grandes amigos, y también repetir al año siguiente, y cuando regresan a casa lo hacen con una enorme sonrisa en sus labios.
¿Qué valores son esos?
Los propios de la inteligencia emocional, además de otros: autoconocimiento, autocontrol, tolerancia, resilencia, paciencia con uno mismo, confianza en sí mismo, toma de decisiones, buen humor, optimismo, calma interior, asertividad, mayor tolerancia a la frustración, motivación, respeto por los demás, empatía, sociabilidad, habilidades de comunicación, trabajo en equipo, resolución de problemas, saber negociar, generosidad…
Hay muchas razones para llevar a sus hijos a los campamentos de verano, sea de inmersión en algún idioma como el inglés (o el francés, el alemán, el chino, etc.), de contacto con la naturaleza, o de cualquier otro tipo, pero espero que ahora tenga unos cuantos argumentos más para tomar una decisión que puede ayudar a sus hijos a ser mejores personas. En próximos post desglosaremos esos valores y se verá más claro su relación con los campamentos de verano.
Blas Cubells Villalba- Educador
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